lunes, 3 de octubre de 2022

Historia sin nombre


Me perdí entre los susurros del amanecer, en medio de la niebla. Llegué a un rancho. No quedaba más que una puerta vieja, carcomida que se abría por el viento. Entré mientras una piara de cerdos avanzaba al otro lado.

De la oscuridad surgió una anciana que me saludó con el rostro oculto por un velo:

—Siga, sumercé, ¿en qué le puedo ayudar?

—¿Tiene geranios? —dije.

—Claro, llévese estos tan bonitos.

—Véndame esos.

—Claro, mire, acá hay de todo, llévese estos que están muy bonitos.

—Véndame esos.

—Como mande, patroncito —y me entregó las flores envueltas en periódico.

—Me sucedió algo muy raro antes de llegar acá —le mencioné a la anciana.

—Y eso, sumercé, ¿qué le ha pasado?

—Pues fíjese usted que me encontré con un gamín que me pidió que le dijera dónde quedaba el cementerio. Dijo que se llamaba Pedrito. Yo, pues, le indiqué que avanzara y él se perdió en la avenida.

—No tuvo que ser Pedrito, todos lo conocemos por acá; debió ser otro niño.

—¿Cómo así? —pregunté, confundido.

—Ay, señor, si supiera lo que ha pasado.

Y entonces comenzó un relato:

«—Pedrito dejó todos sus juguetes intactos —dijo la anciana—; los carros de madera, los Reyes Magos, los animales del pesebre y cómo no, a la virgencita y al Niño Jesús en su cuna, pero…

»Él era muy juicioso, le ayudaba a su abuelo en la finca, con las cosechas y el ordeño de las vacas. Ahora les tocaba sacar los bultos de papa a la avenida para que los compraran, pero ya no valen más de 12000 pesos; la situación se pone cada vez más difícil, no alcanza para el arriendo y la comida está cara.

»En fin, Pedrito se fue el otro día a visitar a su papito, a llevarle el almuercito que con mucho esmero le prepararon, pero no regresó, no regresó».

«Por eso lo vi tan enclenque, tan pálido, parecía un muñeco de trapo —pensé.»

—Supongo —dije— que los muertos aquí no descansan en paz.

—Dios sabe cómo hace sus cosas —musitó la anciana.

Salí del rancho, la puerta se cerró, y de nuevo, me hallé solo y pensativo.

A la mañana siguiente, en la página de la Alcaldía Mayor de la ciudad, se leería este fragmento:

«Con profundo pesar anunciamos la muerte del niño Pedro Miguel Jiménez Arias, oriundo del municipio de Oicatá. Ayer fue atropellado por una moto al no pasar el puente del camposanto. Las exequias se realizarán en el cementerio del norte a las 3: 00 p. m.»

@roagilluis

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