lunes, 3 de octubre de 2022

Recuerdo

 


En una tarde de noviembre, me escabullí de la misa de «Mamá mía». La hicieron en la casa, construida en la Calle Veintiséis y la Carrera Séptima. La estancia era pequeña: un espacio con afiches y coronas de flores.

Ya sentado jugué con el muñeco que me regalaron; lo hice mover de un lado a otro, pero, sin saber por qué, un ruido llamó mi atención. Di media vuelta y lo vi: era un globo que silbaba. Eché a correr y crucé la puerta. Me acordé de las palabras de mi madrecita querida y me detuve:

«Debo portarme bien, si no, me llevará el coco.»

Llegué al patio. Allí el globo voló alto, y cuando se cruzó con la luna, los astros cayeron convertidos en fantasmas.

«¿Cuántos son?» Observé sus caras, sus largas orejas y las colas peludas como algodones. «¿Serán los conejos de Mamá mía

De pronto, sonriente, pero con lágrimas, escuché cantar a mi vieja:

—¡Abue, abue!: la extraño muchísimo —dije, inclinándome hacia ella para que me abrazara.

—Ya no llore, mijito —contestó con dulce acento—, siempre estaré con usted, mi chinito.

Ahora sé que Mamá mía vive en un sueño maravilloso, un sueño llamado realidad.

@roagilluis

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Poème Évoque des souvenirs, d'images perdues, de voix sombres; j'évoque la tempête, la nuit, les ténèbres inexorables. J'expie e...