martes, 8 de noviembre de 2022

Festejo



Era la noche del cumpleaños de la niña consentida, el tesoro de papá. Los invitados pasaron bajo el puente a medida que entraban. Todo hacía presagiar que la fiesta sería maravillosa.
«¿Qué me regalarán? ¿Un oso, un poni, una muñeca de trapo? —se preguntó la niña.» Tenía el vago recuerdo de haber pedido unos caramelos, pero de eso no estaba segura.
Le gustaba compartir con sus amigos: los gemelos Parra con sus peinados al estilo de Los Beatles; las hermanas Aguirre, siempre tan creídas y orgullosas; los pequeños Hugo y Luis, con sus voces melodiosas de cantantes carrangueros. La complacía ver también a los adultos elegantes; habían encendido los candelabros; la sala olía a incienso.
Todo era demasiado claro, aun así…
Fue a buscar algo que ponerse y halló en uno de los cajones, en el cuarto de su mamita, un traje oculto. Era su día especial, no podía verse mal, de ninguna manera. El vestido, en cuestión, era blanco, sin más adornos que una diadema de flores.
La música comenzó a sonar y la niña se aventuró a abrir la puerta. Pero entonces, estaba ahora en el patio, donde en una lápida se leía un nombre…:
«Esmeralda».

@roagilluis

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