¡Qué miserables recuerdos de consuelos olvidados, de penas furtivas! En la penumbra la dama aguarda, inmortal, desdeñosa, conmemora la blasfemia, deslinda la virtud; transfigurada en el abismo, el destino dilapida. «¡Inútil argüir en medio de la zozobra!». La Muerte vislumbra el pasado, el presente, el ominoso futuro. Sombría: rodea sus labios llenos de sangre, una herida abierta, lacerada, que emana pasión y maldad.
Vanas son las palabras desvanecidas como susurros en el viento; vacías las caricias, el festín de la carne, el delirio me tortura: ¿Yace mi alma en el Infierno!; eso es: un Infierno siniestro, el Cielo de la noble Tunja, la Ciudad del Olvido aún me espera: Tunja, con sus templos, sus palacios, sus claustros, sus conventos, sus prostíbulos, sus calles, sus cementerios…, sus espectros, nostálgicos y meditabundos.
Espectros, poetas, santos, pecadores…, leguleyos, tinterillos, asesinos, mendigos…: surgen tras la montaña la luna y las estrellas, ángeles y demonios, surgen las sombras: Yahvé y Satán a quienes he visto en quimeras, a quienes he visto en tinieblas. Y, sin embargo, más allá del ensueño, los entes yacen sonrientes —«Velo por un dulce final»—; ebrias de lujuria y sadismo consumen mi ser, me desuellan sin remedio.
Las visiones suceden unas tras otras, unas tras otras; los años, los meses, los días van transcurriendo; el invierno se acerca. «Ah, ¿cuándo hallaré la paz en mi afligido corazón?». Un corazón bañado en triste y amarga melancolía. Y ahora, de los sentimientos no quedan nada más que cenizas y polvo, polvo y cenizas; seré devorado por la Rosa del Dolor —por sus ardientes besos—, mientras las hojas caen en la noche tempestuosa.
@dargorbattosai
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