viernes, 30 de octubre de 2020

Martirio, 7 historia.

VI 

I got up to the statue of Simón Bolívar, we have to take the head off, yes, I know, this man's head was ripped off.

Parce que l 'histoire est faite par le peuples, et je sais, l'histoire est écrite par le pouvoir;
Dann ist es unabwendbar das sich die Geschichte Wiederholen wird.

Tunja, septiembre de 2020. 

   Hoy salí a dar la Vuelta al Perro y pasé por la Plaza de Bolívar. 
   «Poli asesinos», escribieron los infiltrados en la estatua del “libertador”. 
   —No dañen el patrimonio colonial de la ciudad —bramó el viejo rezandero, con una voz tan aguda que me dieron ganas de cerrarle la boca. 
   «¿Por qué no protestan como la gente decente? —me dije—, con velas y música, no con ese rap basura, esa porquería no, colóquense una canción de Silvio Rodríguez y nos tomamos un canelazo.» 

En la televisión… 

   El programa de chismes de las locas, que dan en la tarde fue interrumpido por las noticias de última hora: 
   —¡Qué viva la lucha popular, hijueputas! —bramaba el capucho al tiempo que el C.A.I se incendiaba. 
   «Tan maricas; uno, dos, diez estaciones de policía destruidas no hacen la diferencia; que desaparezca la Casa de Nariño, eso sí valdría la pena». 
   En fin… ya han comenzado las fiestas de fin de año. 

Bogotá… 

   Las sirenas sonaban. 
   —¡Qué pirobos tan perros!, a lo bien —dijo Diego apuntando su cámara al policía que golpeaba a mi primo en el piso. 
   Lo cogieron entre tres, puños, bolillazos a diestra y siniestra. Le aplicaban descargas eléctricas, él gritaba: 
   —¡Ayuda, ayuda! 
   Y entonces, mientras su familia (la esposa y una pequeña niña) suplicaban, los cerdos gruñían: 
   —¡Oinc, oinc!¡oenc, oenc! 
   «Ya lo neutralizaron, lo van a matar», traté de decir, pero esos estúpidos no entendieron con palabras, así que… nos lanzamos a pelear. Encajábamos puños, lanzábamos piedras. Hice derribar con una patada a lo Bruce Lee al cerdo mayor, sin embargo… todo fue en vano. Llegaron más tombos, caí de rodillas, intenté en vano levantarme, la sangre ya corría por mi cuello. 
   ¿Saben por qué les cuento esto? Porque él era mi llave, mi parcero. Alexander murió en la madrugada en el hospital. Luego de su entierro le haremos un mural, y perpetuaremos así un crimen que no se borrará jamás. 






@roagilluis

martes, 27 de octubre de 2020

Quimeras, 6 historia.

Añoranza

Se me ha dado la fuerza del Tiempo, que me envuelve desde otro universo, otro universo. Mi pasado, mi presente, mi futuro, mis amores perdidos iluminan por la luz que yerra a través de mis sueños.

@roagilluis

lunes, 26 de octubre de 2020

Nostalgia, crónica de la ciudad de Tunja

Lluvia de ensueño


¡Brouuuum…! 

Los relámpagos surgen en el cielo… 

   En medio de la soledad, Andrea recuerda aquellos días en su pueblo natal. Vivía con sus padres en una finca a un cuarto de hora de la plaza principal. Todos eran muy felices y Andrea acostumbraba a rezarle a María Auxiliadora los veinticuatro de cada mes. Sucedió que una noche, como a las siete, la joven iba rumbo a su casa y escuchó unos gritos a lo lejos que se fueron apagando poco a poco: tuvo un mal presentimiento. La joven permaneció inmóvil, presa del horror y sus ojos se empañaron de lágrimas. De pronto, resonaron en sus oídos las burlas tétricas de unos demonios: 
   —¡Se quedó huerfanita la niña…! 
   Arrebatada por el dolor se volvió hacia esos hombres y les gritó: 
   —¡Malditos! 
   Y recibió unos disparos, la mujer se desplomó en el suelo. 
   Los sujetos la enterraron a las afueras del pueblo. Por un azar extraño del destino Andrea salió de la tumba con sus propias manos. 
   La lluvia amaina y acude a su mente la imagen de sus padres de una forma tan real, tan clara que le parece escuchar sus risas y sus voces. Mientras camina, mira hacia adelante y ve a una pareja con hermosas flores en sus manos: jacintos, rosas y claveles. La pareja desaparece tras cortinas de espesa niebla. Andrea continúa avanzando por la calle y llega a la Plaza de Bolívar. Mira hacia la catedral y recuerda que un terremoto sacudió la ciudad el 19 de enero de 1995. La cruz se cayó y desde entonces el reloj da las siete y cinco. Anochece y Tunja se presenta hermosa con luces amarillas, azules y verdes, de un verde esperanza ante la mirada de Andrea. Baja por la Carrera Novena y sopla un viento errante. Finalmente, la mujer encuentra un monumento por la memoria, la dignidad y la vida. 

“LA MUERTE DE CUALQUIER HOMBRE ME DISMINUYE PORQUE ESTOY LIGADO A LA HUMANIDAD: POR CONSIGUIENTE, NUNCA PREGUNTES POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS: DOBLAN POR TI. JOHN DONNE”. 

   Y abajo ve dos fotos que brillan a la luz de la luna. Andrea llora una vez más, pero ahora comprende que sus padres encontraron la paz… más allá de esa profunda oscuridad.

@roagilluis

domingo, 25 de octubre de 2020

Soledad

Flor


Me encantas mujer, ¿lo sabes? Con tu cabello ondeando al viento caminas siempre a la misma hora y en el mismo lugar. Ayer te vi pasar por el teatro. ¿Acaso fue un sueño o fue realidad? Me miraste y en tus ojos descubrí la belleza de un ángel, un ángel lleno de vida. 
   Recibo una llamada. Me dicen que hubo un asesinato en un hotel y debo fotografiar un cadáver que yace en el anfiteatro municipal. Levanto la sábana y veo que eres tú… 
   Suspiro, no puedo hacer nada. Ya no tienes piernas, te falta un brazo y no eres más que piel y huesos. 
   Enciendo la cámara y tomo una foto de tu cuerpo. Doy media vuelta y me alejo mientras las lágrimas descienden por mi rostro… Es el último adiós. 

@roagilluis

Quimeras, 4 historia.

Confesión

Because once she walks as one of the living dead, she can't take it back. Le vent souffle et on est dans la ville; le chemin de l'oubli commence ici, in Tunja, my city.


Deambulo por las calles bajo la lluvia. Transcurren los minutos y el pasado me asalta ataviado en su melancolía; es así, el Tiempo se ha ido y no regresará. 
   Y a la luz que ante la catedral huye, avanzo sollozante. Todo es tristeza y dolor. 
   «¡Ay de mis pobres hijos! ¡Ay de mi vida!» 
   Él está sentado en el Cenicero, sobre el cual se cierne mi destino. 
   —El viernes me casaré —me dice, y eleva su mirada al cielo. 
   «No hay consuelo, ni lágrimas que valgan. El hombre que amo ha matado mi esperanza». 
   —Por favor —suplico—. Deseo estar contigo. 
   —Bien —me toma del cuello y besa mis labios—. Será la última vez. 
  «Mi vida, al menos hoy, no es tan miserable, pues sé, que, si me humillo, mañana, sí, mañana reiré.» 
@roagilluis

sábado, 24 de octubre de 2020

Nostalgia, crónica de la ciudad de Tunja.

Aquí terminan las vanidades del mundo

Una noche, próximo el fin de agosto. 

   Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve en esta ciudad. Y ahora, mientras camino, me invaden los recuerdos y pienso en mi juventud cuando yo era feliz con mi madre querida. Regresé porque recibí una carta de mi abuelo Zenón. Me dice que se está muriendo. El viejo me pide pasar unos días con él y yo he aceptado su invitación. 
   Poco después, advierto que la oscuridad hiede a muerte. Los sonidos de las luciérnagas se hacen más fuertes a medida que avanzo. Por fin llego a la casa de mi abuelo y siento una gran felicidad. Me recibe la joven más seductora que jamás haya visto. 
   —¡Te estábamos esperando! Soy Salomé y cuido a tu abuelo. Sígueme, por favor. 
   —Gracias —respondo. 
   Me conduce a través de un largo pasadizo hacia la sala. Justo delante de la puerta, mi abuelo está sentado. Tiene el rostro curtido por la intemperie y su cabello que antes era negro se ha tornado blanco. 
   —Abuelo, ¿cómo está? 
   —¡Bien mijito!, ¿cuánto tiempo sin verlo? —dice el viejo al tiempo que acaricia un gato atigrado que está en sus piernas. 
   —Vine tal y como se lo prometí. 
   —Siéntese aquí a mi lado. 
   —Tiene una casa muy elegante. 
   —Todo esto es fruto del trabajo y el esfuerzo. 
   Y es así como el viejo suspira y empieza a contarme su pasado. 
   «—Eran los años de Violencia entre liberales y conservadores. En aquel entonces, en Tibaná, los árboles se alzaban imponentes y había flores por todas partes. Pues bien, pasaron los meses y los años y fuimos muy felices, pero cierto día llegó un godo a la alcaldía. Se llamaba Horacio y lo apodaban el Señor Muerte por su pasado siniestro. Recuerdo que lo primero que hizo fue mandar pintar todas las casas de blanco y azul. Y aunque yo no pertenecía a un partido político, sufrimos la persecución de esa gentuza. Una noche nos dijeron que nos fuéramos del pueblo, y si no lo hacíamos nos iba a pasar una desgracia. Entonces nos rompieron las ventanas de la casa y por poco me matan. Decidimos vender la finca, y con lo poco que nos dieron nos vinimos a Tunja en un camión destartalado. 
   »Cuando llegamos compramos una casa cerca del centro de la ciudad. Nos valió siete mil pesos. Acá la gente nos trató muy mal al principio. Mi mujer estaba enferma y yo traté de conseguir un trabajo para tener dinero, pero la gente nos humillaba. Me acuerdo tanto que un sujeto me trató de indio. Con el tiempo trabajé como herrero. Me traían a arreglar herramientas y bordones. Soldaba ollas y mis hijos me ayudaban con las herraduras para los caballos. También hice azadones, picas, punteros y aldabas para la iglesia de las Nieves. 
   »Un día una vecina me denunció con la policía porque supuestamente yo estaba haciendo armas. Ese veinticuatro de diciembre me iban a llevar a la cárcel. Fue cuando mi hijo Antonio intercedió por mí y lo tuvieron encerrado. Conseguimos un abogado que vivía cerca de nosotros y sacamos a Antonio dos semanas después. 
   “¡Miauuu...! 
  »Y así fue como nos ganamos el pan de cada día. Desgraciadamente el año pasado me diagnosticaron cáncer y renegué de la vida, pero mi Diosito que es todo generoso y bello me envió un ángel del cielo.» 
   El viejo no puede más… 
   —Ya no me queda mucho tiempo… Vivan la vida porque… porque es única. 
  La sala queda en silencio y mi abuelo se va tranquilo a la paz de la nada, dejando la sensación de una melodía de mi infancia. 

Lunes, en la tarde. 

   Hoy es el funeral del abuelo. Salimos de la iglesia de las Nieves y vamos rumbo al cementerio central. En el camino fijo la vista en un militar y en su hijo: 
   —¡Persígnese! —dice el sujeto y el niño se santifica con la mano izquierda—. ¡Así no!, ¡con la mano derecha! 
   —¡Ayayay, mi cabecita! —comienza la pobre criatura a llorar. 
   Alzo la vista y veo un mensaje en la puerta. Luego de recorrer unos pasos escucho el sonido del viento, y más adelante los rezos de unas mujeres que nos esperan: 
   —¡Dale señor el descanso eterno, brille para él la luz perpetua! ¡Dale señor el descanso eterno, brille para él la luz perpetua! 
   Y en el aire se respira una atmósfera de melancolía cuando entierran al abuelo. 
   —¡Zenón está allá en el cielo azul con Dios! —musita una vieja flacucha que está a mi lado. 
   «Pero en realidad no hay cielo, ni es azul, todo es oscuridad».

@roagilluis

Soledad

Mi vida, mi muerte

(Saudade)



En algún lugar de la ciudad… 


¿Cuántos recuerdos posee un hombre?, ¿por qué el Tiempo pasa tan rápido si sólo hay una vida por vivir? No puedo hallar las respuestas a estas preguntas, me lo impide la tristeza y la desesperación. ¿Es esta desesperación la que invade mi cuerpo y mutila mi espíritu? ¿Acaso es la esperanza lo que me hace seguir adelante? ¡Oh, qué dura es la existencia! Ahora observo al niño que llevo dentro, ¿lo pueden ver ustedes? Sí, es él, el mocoso que está allí. ¿Cómo es posible que él perpetúe los sueños y las lágrimas desbordantes de miseria y dolor? 
   Quisiera contarles esto para sanar mi corazón y así tener un minuto en paz, un instante de alegría que en mi infancia jamás conocí. Yo soñaba, soñaba cientos de cuentos y los recordaba durante la vigilia para escribirlos en mi diario. Los escribía con letra cursiva a pesar de tener callos en el dedo anular por tomar mal el esfero. Luego me comía las motas de la cobija de mi cama e imaginaba que eran pedacitos de pan y queso. Aun entonces, tener hambre me hacía sentir vivo. Habría querido tener un padre amoroso que en vez de golpes me diera besos, pero casi siempre temblaba de frío en la soledad de mi cuarto y me acurrucaba para gimotear. 
   ¡Ah, qué miserable era todo eso!, la desolación y la incertidumbre de un futuro que nunca iba a llegar. ¿Me culparían ustedes si hubiera deseado desvanecerme de la faz de la Tierra? Pensaba y pensaba, y entonces le preguntaba a Dios por qué yo había nacido. Pasarían diez, cien, mil años y todo desaparecería, ¿a quién le podría importar mi vida? 
   Anochecía ya. Entonces, de improviso, oí un sonido de pisadas y una puerta que se abría y se cerraba. Retrocedí para ocultarme entre las sombras y surgió un hombre frente a mí con los ojos llenos de alegría. Él me tomó de la mano y subimos por las escaleras. Sumido en el crepúsculo miré las luces que titilaban unas tras otras en la ciudad. El hombre me dijo que era el final del camino, me dormí y no volví a despertar.

@roagilluis

Martirio, 3 historia.

 II

They'll probably make a good example of them, but that's not the answer, is it?

J'ai téléchangé des pics ou photos que je prise d'un ñero mort sans tête, mais comme vous le savez, la censure est appliqueé aux choses qui ont une importante signification.

¿Han visto ustedes cuando los ladrones reciben su escarmiento? Sí, en esos videos de las cámaras de seguridad. La otra vez me puse a revisar YouTube, y al ritmo de una buena rola de metal encontré una historia que llamó mi atención. 

En los comentarios:

   La joven provida decía: «No sé cómo hay gente que le da me gusta a estos videos.» 
     Y le respondían:
    «Marvillosoooo… Una medalla al tendero, le faltó la otra rata.»
    «Si los tombos no sirven para ni mierda hay que bajarse a esos hijueputas.»
    «Bravo, una boca menos que alimentar con nuestros impuestos.»

Todo pasó de la siguiente manera:

8: 00 p. m.

   —Vecino, me da tres pañales, una leche en polvo y —vaciló el hombre, un ruso de construcción—, una Coca Cola. 
   —Uy, no tiene más sencillo —contestó el tendero al ver el billete de cincuenta mil pesos.
   —No.
   En su rostro el cansancio era evidente. El ruso traía consigo a su hijita que lloraba.
   —Papito, papito, quero un dulce —decía la niñita.
   —Me da una chocolatina, de esas de quinientos pa mi hija.
   Y le alcanzaron todo en un talego. 
De pronto entraron dos sujetos con gorras y pidieron unos cigarrillos.
   —¡Se baja todo lo que tenga, gonorrea! —amenazó el de la chaqueta negra con su fierro.
   ¡Pam, pam, pam!
El tendero desenfundó su arma y despachó dulce y gratamente al imbécil.

En los comentarios:

   «Me encantan los finales felices, lástima que el otro se fue vivo, malparido.»
  «Al menos murió haciendo lo que le gustaba, ja, ja, ja.» El texto era acompañado con el meme de Leonardo DiCaprio aplaudiendo.
   En fin.
  Ni en Netflix se puede encontrar tanta diversión ¿verdad? Nada más gratificante que un buen video para dormir tranquilo. Apago el computador y me voy a descansar.






@roagilluis

viernes, 23 de octubre de 2020

Nostalgia, crónica de la ciudad de Tunja

El arte de la generosidad


Cristina went to the church to satisfy her lust. I am talking about real passion; she was a sexy boyacence hot, she likes to make feel pleasure, sexual dreams...

Parce qu'elle forniquait avec esprits errantes...
Cristina, j'ai ví le péché de la luxure dans vos yeux, le péché et le désir.



Iglesia de San Francisco, 4 de febrero de 1984. 

Al caer la tarde, Cristina camina pensativa mientras las campanas de la iglesia empiezan a repicar. En el interior del templo, un tenue olor a incienso impregna el aire y junto al altar, las velas irradian un cálido fulgor. Cristina se prosterna y reza en silencio una oración por todos los hombres que ha amado. En cuanto sale, encuentra a una campesina harapienta con su bebé lloroso en brazos. 
   —¡Buaaaaah…! —berrea el niño. 
   —¿Busté me puede ayudar? —dice la campesina. 
   —¿Qué necesita? —responde Cristina. 
   —¡Ah sí sopiera! Jabustino es un güen marido, pero ahora está muy grave en el hospital y yo sin un centao. Probecito, quera Dios que se mejore. 
   —¿Y qué le han dicho los médicos? 
   —Oyi decir que está muy mal. Hemos 'tao en Arcabuco, en Duitama y en Sogamoso y naide nos ayudó. A Jabustino le gustaba jartar de lo más güeno, y entón le vino una enjermedá, y yo lo qu' hice jue quedarme hay sujriendo. En jin, cogimos nuestros chiros y nos vinimos pa´ca. 
   Cristina siente que se le llenan los ojos de lágrimas y le entrega un billete a la campesina: 
   —Ojalá esto le sirva 
   —¡Qué Diosito la socorra! 
   —¡Buaaaah…! 
   En ese momento, la campesina clava sus ojos en Cristina, alza el rostro, y muestra una sonrisa pérfida… 
   —¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja…! 
   —¡¡¡Aaaaah...!!! —grita Cristina. 
   La campesina ya no es una mujer, sino un alma en pena.

@roagilluis

jueves, 22 de octubre de 2020

Soledad

Fatalidad

She is fading, she is fading and she's gone; sa mort a été presenteé comme, comme... l'anorexie nerveuse; une maladie de souffrance et de la douleur a l'interieur.

Retrocedamos el reloj quince años atrás. Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac… 
   
Paulina venía todas las tardes a visitarme. Éramos buenos amigos y en mi cumpleaños ella me regaló una bufanda. 
   —Esto es para ti —dijo y largó el brazo, un brazo delgado que salió de su chaqueta. 
   —Gracias, está muy bonita —dije. 
   —Ahora tienes algo bello de una mujer fea. 
   —No digas eso —repliqué. 
   —¿Y por qué no? Tú me quieres a pesar de todo, por eso sé que es verdad lo que sientes. 
   —Tú eres hermosa —respondí—. No tienes por qué envidiarle algo a las otras mujeres.
   —Aun cuando me mientes te creo —dijo ella y me abrazó. 
Paulina nunca conocería el placer de amar, y moriría víctima de la anorexia cinco años después. 
@roagilluis

Martirio, 2 historia.


Then he kicked the ñero in the face and removed him the teeth, knock him out cold. Then, cops found everything returned shit, the ñero is fucked up.

Pour cette raison... Celui qui tue, ah, oui, ils sont déjà morts; la violence n'est pas nécessaire.

En el año de la pandemia y con música clásica de fondo… 

Era el día de mi pico y cédula cuando salí a comprar unas cervezas. A la vuelta del parque una muchedumbre se agolpó frente a unos sujetos. Enardecidos los taxistas gritaban: «¡Pa que afinen, gonorreas!», y los siguieron pateando; se veían de lo lindo. Amarraron al más flaco en un poste de la luz. 
   —¡Ya no más, ya no más! —suplicaba el imbécil vuelto mierda. 
   —¡No le peguen, no le peguen! —chillaba una joven. 
   —¡La veré cuando la estén chuzando!, ¡sapa! —le contestaron. 
   Al otro parcero lo desnudaron mientras los insultos iban y venían: «Malparido, ahora sí llora, ¿no?», «Pirobo, tenía que ser reguetoñero», seguidos de «¡Denle duro que mañana lo sueltan!» y «Métanle un ladrillazo para que aprenda». 
   Y se fue de culo contra el suelo, dejó de moverse. 
   «A estas ratas hay que exterminarlas —pensé—. Mejor me abro de acá antes que me den ganas de golpear». 
   Días después miré las noticias. En Facebook aparecieron dos cuerpos carbonizados, y un mensaje con sangre decía: «Eso les pasó por hijueputas».





@roagilluis

Nostalgia, crónica de la ciudad de Tunja

Evocación de independencia

It's our people's history: blood, Violence and darkness; thousands of corpses attest to the barbarism of españoles, conservadores and liberales; is this how the story of our warriors ends? Oblivion is the death of our memories, the decay of democracy.

Les forces des envahisseurs ont détruit la mémoire de peuples autochtones de la Colombie, mais, on va résister contre les ennemis, l'histoire est écrire avec la sang des territoires indigènes. 

Es una tarde nublada y un anciano decrépito, tan ciego como desdentado llega al Bosque de la República. Camina con pasos lentos, apoyándose en un bastón, hasta que se detiene en el Paredón de los Mártires. El anciano se sienta en una roca, escucha a una muchacha que habla en susurros y, cuando sus palabras toman forma, todo el mundo se queda en silencio.
   —En el siglo XIX había un paredón en el sur de la ciudad. En este muro fueron fusilados algunos patriotas en el año 1816 de la Era Común. Los españoles y sus esbirros del nuevo mundo se habían apoderado de nuestras riquezas. Aun así, nosotros luchamos hasta el final.
   De repente, el proscenio se llena de luces y cuatro hombres surgen de la bruma… Son los patriotas que se desplazan inquietos, curiosos y se detienen bajo las estrellas mientras que Huitaca planea en el cielo. Tras ellos aparece un hombre con sus soldados realistas venidos del otro lado del mar.
   —Sus cuerpos emanan un olor nauseabundo. Los patriotas son obligados a arrodillarse y a clamar por su salvación. Al final son fusilados…
   Mueren mientras se escucha una antigua canción. Después de un silencio, la muchacha vuelve a hablar.
   —Todavía hoy se puede observar el impacto de las balas producidas por los mosquetes en el muro de tapia pisada… Siempre tendremos en nuestras mentes y en nuestros corazones este lema inmortal: ¡¡¡Eternamente vive quien muere por la Patria!!!
   «¿Será que las personas conocen el origen de tan inmarcesible expresión?» —piensa el viejo, los espectadores aplauden y él abandona el lugar para no volver jamás.

@roagilluis

miércoles, 21 de octubre de 2020

Sua

Esto que voy a contarles ocurrió hace muchos años en la tierra de los cóndores; una tierra llena de seres mágicos y fantasmales. Se acercaba el invierno y a la luz de Chie, los ojos de mi niña eran tan bellos y resplandecientes como siempre lo había soñado. Respiré profundo y la moldeé con cuidado. Primero el cabello, luego el cuello y las manos.
   «Pronto será de día; más vale que termine mi trabajo —pensé—. Sólo le falta un corazón para vivir.» 
   Tomé un trozo de arcilla y se lo puse con cuidado en el pecho. Entonces oí un sonido tenue y de improviso, levantándose de la mesa, la niña dio un paso hacia mí. 
   —¿Quién eres tú? —preguntó ella con candor. 
   —Tu padre —contesté—. Te llamarás Sua. 
    Y la llamé así por sus alas aterciopeladas. 
  Transcurrieron los años y fuimos muy felices. De las flores y la lluvia surgió la generosidad de los dioses. De los campos, las cosechas y la ativa mi corazón se colmó de deseo. Todo era bueno, no había dolor ni enfermedad. Pero un día cuando estaba bebiendo chicha vi un presagio en el cielo. Hombres barbados de dos cabezas con pies de plata y aceros eran guiados por la serpiente. Nuestros niños lloraban, nuestros templos ardían y los esclavos de pieles oscuras devoraban el sol. De este modo cuando las flores se marchitaron y Sua desapareció fue el comienzo de nuestro sufrimiento. 
   ¡Ah, qué desgracia!, ¿a dónde se había ido mi dulce niña?, ¿a dónde me conducirían sus pasos? La busqué y no la hallé. Ahora los campos no tenían los colores del arcoíris, las cosechas escasearon, con lo que sólo quedaron barro y tallos podridos. Sucedió lo inevitable. ¡Oh!, fue así. Una vez que llegaron los hombres blancos la tierra enfermó. Nuestro pueblo, el más esplendoroso de todo el mundo fue destruido y la maldad se cernió sobre nosotros. Cien veces luchamos, cien veces perdimos. Cien veces morí y cien veces renací de las cenizas. 
   Durante esos días los hombres blancos celebraron banquetes. Los que sobrevivimos nos negamos a hincar las rodillas ante ellos, pero finalmente derrotados y humillados fuimos sometidos al yugo de esas bestias. Al igual que el cielo el agua se contaminó por una sustancia negra, más negra que la noche. 
  Después de la destrucción de nuestra tierra, el éxodo de los habitantes se estableció en el bosque. Caminamos y caminamos y así fueron avanzando los minutos, las horas. El crepúsculo me encontró nostálgico junto a un árbol. Las estrellas me guiaron y seguí por la senda del jaguar. Recuerdo que subí una loma y me detuve cuando unas flautas empezaron a sonar… 
   Alcé los ojos y miré a un sabio que se recostaba en su bastón. 
   —Ando buscando a mi hija, ¿usted la ha visto? —le pregunté. Él negó con la cabeza—. Se perdió cuando los invasores llegaron —continúe. 
   —¿Cuando? —preguntó el sabio. 
   —Al comienzo del invierno, ella se llama Sua y viste de blanco. 
   —Me suena su nombre, pero… 
   —Tuvo que pasar por acá —dije. 
  —¡Ah, sí! —contestó el sabio. —Ya la recuerdo. Vi a una niña volar hacia la montaña encantada, arrojando semillas a la tierra. 
   —¿La montaña encantada? 
   —Sí, allá arriba, donde ella nos observa. 
   Apenas dijo esto las flautas quedaron en silencio y el sabio se desvaneció, pero no antes de que yo comprendiera de quien había hablado. 
   Cayó una lluvia que tornó oscuro todo a mi alrededor. Para llegar hasta el bosque atravesé un camino escabroso y lleno de suciedad que se hacía más angosto a medida que yo avanzaba. Los gruñidos de las fieras me rodearon. Ojos rojos que brillaban y se apagaban me observaban. Entonces vislumbré los árboles que surgían de la tierra, con las ramas desnudas arañando el firmamento. Eran pinos y eucaliptos que crecían muy cerca los unos de los otros. En el suelo había una alfombra de hojas caídas y allí hallé los huesos de mis antepasados, sus espíritus errantes, de tiempos inmemoriales me acompañaron por el sendero. 
   De repente retumbó un trueno y vi a un oso de anteojos correr dentro de su cueva. Yo entré y lo busqué. El oso estaba herido y apenas me miró se hizo un ovillo en el fondo. Me acerqué con cuidado y lo acaricié. En seguida el oso levantó sus patas y observé que le salía sangre de la boca. Cuando comprendí que había muerto las lágrimas brotaron de mis ojos. 
   —¿Por qué lloras? —preguntó una voz a mis espaldas. Volteé y la vi: era un espíritu; luego, una mujer; luego, un espíritu otra vez. 
   —Busco a mi hija y sólo encuentro muerte y desolación —dije. 
   —Alberga esperanza en tu corazón, no la puedes perder —dijo el espíritu. 
   De esta manera ella revivió al oso, él se puso en pie convertido en un hombre y se adentraron a una laguna. Si ustedes prestan atención, de noche se escucha cantar a esa dama, y cuando la escuchen sabrán que es la diosa protectora de todos los animales del planeta. 
   Continué la marcha. Ninguna nube moteaba el cielo. Salió un sol indomable, luego se ocultó, y cuando volvió a salir el bosque había sido cubierto por la arena. Se sintieron miles de gritos ensordecedores… Allí estaban los invasores, los generales y sus huestes no se imaginaban lo que les iba a pasar. Ver a los guerreros del sur combatir contra ellos era todo un espectáculo. La cruenta batalla se extendió hasta el amanecer y salimos victoriosos. Los templos quedaron destruidos, aun así, los hombres blancos no pudieron ocultar el sol. 
   Busqué a mi niña durante años. Ese día hubo un eclipse y ya sin manos creí desfallecer. Otra tarde pasó, ya no escuchaba nada. La oscuridad me abrigó y perdí el habla. Sucedió que una medianoche llegué a la cima de la montaña. Los campos eran bellos de nuevo. Las quinchas revoloteaban por doquier y el aire estaba saturado del olor de la primavera, pero, ¿por qué todo era tan diferente? 
   —Sigue, te está esperando —dijo el sabio, y señalando con su mano me pidió que entrara a una cascada. 
   Mi corazón se colmó de esperanza, y desde arriba surgió el fulgor de la luna que se posó en una joven. Solté un suspiro y me acerqué a ella mientras los segundos avanzaban: ata, boza, mica, muyhyca, hyzca… 
   Y entonces, por fin, encontré a Sua, la encontré un siglo después. 

@roagilluis

martes, 20 de octubre de 2020

Martirio, 1 historia.

Verborrea

There are a lot of political interests and certain media groups work according to the "government" in power; we are very proud to be latinoamericanos, hijos del sur.

Nous sommes unies comme des pays dans notre lutte pour la liberté. Il n'y a que le sang colombien qui peut nous libérer maintenant.

   —Colombianos de bien —dice el bellaco de las huestes fascistas—, ¿no se acuerdan cuando estuvimos secuestrados en nuestras propias casas y la llave de la libertad nos la trajo este gran hombre? Héroe, héroe como ningún otro, no nos dejemos llevar por el odio. ¡Celebremos con bala y con plomo, hijueputas!
   —Los jóvenes de esta generación no saben lo que era la violencia en el pasado —interrumpe el parcero—; no saben de las pescas milagrosas cuando uno no podía viajar tranquilo a las fincas, a los grandes latifundios.
   —¡No jodan mamertos izquierdosos! Colombia se la va a tomar el Castro Chavismo —dice una vieja asquerosa.
   «Ja, me rio, como si tal cosa existiera. Y escribo Castro Chavismo con mayúscula para darle un poco más de humor».
   —Cuidado con el año 22, paisanos, no debemos caer en el abismo del Socialismo del siglo XXI. No se rían cuando estemos como Cuba y Venezuela, se van a arrepentir, ¡gonorreas! —exclama, indignado el seudoperiodista.
   —¡Qué vuelva la fumigación con glifosato! —chilla el neófito.
   «Y de una vez que nos de cáncer o COVID-19, da igual lo que sea, todos vamos rumbo al matadero». 
   —¡Qué viva el doctor!
   «… ¡don Matarife!, don con d minúscula, como se les debe decir a los santos: san Paraco, san Motosierra».
   —Prócer de las bases liberales, el mejor presidente de todos —continúa la vieja asquerosa—. Duélale a quien le duela, ¡bendito sea Dios!
Una mamerta se atrevió a contradecir a la gente de bien, decía ella:
   —¿Ustedes creen que rezando van a desaparecer los crímenes de esta gentuza?
Y le contestaron, con voz fuerte, como se debe hacer con estas feministas:
   —¡Los títeres son los que se dejan manipular de los izquierdistas!
   «Vea pues, yo pensaba que el títere estaba en la casa de Nariño».
   —¡Reformemos la justicia! —piden los lacayos—. El Socialismo del año 22 es el espejo de Venezuela. 
   —¡Más educación!  —claman los emprendedores vestidos con su falsa moral. 
Y siguen insultando, o quizá debería decir, justificando al gran colombiano.
   —¡Adoctrinados por Fecode, profesores mentirosos!, nosotros no le tenemos miedo a la verdad.
   Me causa risa: «Ja, ja, ja; je, je, je».
   —Nos haremos moler por la patria.
Deberían haber dicho: “Nos haremos moler y seremos carne de porcino”.
   —¡Nos cubrimos y nos sellamos con la preciosa sangre de Jesucristo, nuestro Señor!
Obvio que tiene que aparecer Dios en este escrito, Dios y la Virgencita María, porque si no vamos a misa en época de pandemia el mundo estará al revés: los buenos en la cárcel y los malos en el congreso. 
   —¡¡¡Ateos, satánicos, zurdos de mierda!!! Agárrense del salmo 91, basta de odio, vivamos en paz. 
   Y colorín colorado, el cuento del paraco aún no ha terminado.




@roagilluis

Quimeras, 1 historia.

Revelación


She is coming, she is looking at me with those evil eyes; she loves me more than ever. Mais, est-elle un ange ou un démon?

 

Sobre el Palacio de la Torre hay un ángel, de larga cabellera agitada por el viento. Ella toca el arpa y la música se convierte en mis sueños. El ángel todavía sigue allí, y al final, yo seré esclavo de sus deseos.


@roagilluis

Poème Évoque des souvenirs, d'images perdues, de voix sombres; j'évoque la tempête, la nuit, les ténèbres inexorables. J'expie e...